En un estudio australiano que siguieron más de 3.000 consumidores de AINE, observaron que el 60,8% tenían hipertensión, el 17,2% tenían una historia previa de enfermedad cardiovascular y un 20,7% presentaban un RCV superior al 15% a los 10 años.
Los AINE interaccionan con la mayoría de antihipertensivos reduciendo los efectos hipotensores de los mismos.
Los AINE se deben evitar, sobre todo, en pacientes con riesgo cardiovascular elevado: diabéticos, hipertensos, pacientes que reciben antiagregación, etc.
Es cierto que la no existencia de tratamiento curativo para la mayor parte de las enfermedades osteoarticulares (principalmente artrosis) hacen de los AINE una herramienta indispensable para el tratamiento sintomático. Sin embargo, sería conveniente revisar y reducir aquellos tratamientos con AINE crónicos y de duración indefinida.
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