Paradójicamente, el gran beneficio que dan, ha hecho que las personas duden si actualmente valen la pena. La secuencia podría ser ésta:
- Hace muchos años, nos enfrentábamos a enfermedades que causaban la muerte (difteria), paralizaban a los niños (polio), provocaban malformaciones en los recién nacidos (rubeola congénita) o dejaban secuelas graves (meningitis por neumococo).
- Se desarrollaron las vacunas.
- Por el riesgo de dichas enfermedades, la gente se empezó a vacunar.
- Gracias a las vacunas, fueron disminuyendo esas enfermedades.
- Como hoy en día ya no se ven, hay personas que cuestionan diciendo “ya ni existen, ¿para qué vacuno?”
Complicando las cosas, fraudes como el de Wakefield y la mala información que circula en redes sociales siembran aún más dudas y por eso han surgido movimientos antivacunas.
Estos movimientos han provocado epidemias en otros países. Por ejemplo, Estados Unidos, un país donde se declaró erradicado el sarampión en el año 2000, sufrió su peor epidemia en más de veinte años entre los años 2013 y 2015. Sólo en el año 2014 tuvieron 647 casos de niños de sarampión, la inmensa mayoría no vacunados.
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